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EL APEGO


“Los enemigos como el odio y el apego carecen de piernas, brazos y demás miembros, y no tienen coraje ni habilidad, ¿Cómo, entonces, han conseguido convertirme en su esclavo?” -Shantideva-

Una cita bastante reflexiva ¿cierto?, el autor nos dice que el carecer de miembros no les impide convertirnos en esclavos y la respuesta está en la toma de conciencia. Donde haya un nivel de conciencia respetable, tenderemos a reflexionar y meditar antes de actuar. Cuando somos capaces de abrir los ojos de la conciencia, te puedes dar cuenta de qué te tiene atrapado y a que te estás aferrando… es verdad que somos seres humanos que sentimos, pensamos, recordamos y fantaseamos. Somos un universo de colores y texturas tanto dentro como fuera nuestro, pero cuando hablamos de emociones, vamos a encontrar un vínculo no solo mental (recuerdo) sino álmico (sentimental y energético).


El apego es una repuesta natural que sucede al despertarse nuestro lado emotivo y del recuerdo. Desde que nacemos ya estamos ligados a esta ‘acción-reacción’. El primer vínculo emocional que tenemos es con nuestra madre o algún cuidador, y a medida que crecemos se va extendiendo porque somos seres afectivos y necesitamos demostrar atención y amor como también recibirlo, pero cuando esa necesidad se torna obsesiva, hablamos de apego… uno bastante descontrolado que no se relaciona solo con personas, sino también con objetos. Los vacíos existenciales que cargamos dentro, nos llevan a taparlos con la acción-reacción del apego. ¿Por qué hablo de acción-reacción? Bien, el apego es una acción natural que provoca una reacción (respuestas positivas o negativas del entorno o de nosotros mismos). Tenemos una necesidad inherente de contacto más no de apego... hablamos de apego cuando hay incapacidad para dejar ir, soltar y fluir. Hablando de recuerdos, personas, situaciones y hasta objetos. ‘acumuladores compulsivos’ o también personas que reciben el despectivo adjetivo de ‘intensas’ pueden ser ejemplos clarísimos.
Tenemos dos tipos de apego: el seguro se da cuando la persona que nos cuida demuestra cariño, protección y atención a nuestras demandas de infantes, lo que fortalece el sentimiento de confianza. Mientras que el ansioso se da cuando el cuidador está disponible sólo en ciertas ocasiones, lo que hace el bebé sea más propenso a la ansiedad de separación y al temor de explorar el mundo. Entonces, podemos decir que el apego es un reflejo de tu propia inseguridad, de ese miedo a ver tus fantasmas y de afrontar esos vacíos existenciales. Y aquí de nuevo volvemos al inicio, cuando la cita de Shantideva nos relaciona a la conciencia: cuando hay conexión contigo mismo hay un clic de darte cuenta y toma de conciencia. Cuando estas desconectado del mundo y de ti mismo, eres como un tronco hueco.
El budismo, nos enseña en su filosofía ancestral, mediante la ley del desapego que debemos renunciar a nuestro apego por las cosas (materiales o personas), lo cuál no significa que renunciemos a la intención sino más bien al interés por el resultado. Es aprender a fluir, a lanzar la moneda sin que el hecho de sacar corona o escudo sea determinante para nuestra vida o camino; pues ambas caras conforman el todo del mismo objeto (moneda) y no por ello pierde su importancia. El desapego sienta sus bases en la confianza en nuestras potencialidades, mientras que el apego se basa en el miedo a la pérdida y la inseguridad.
Cuando nos sentimos inseguros, nos apegamos a las cosas, a las relaciones o a las personas. Y mientras más desarrollamos ese apego, más se acrecienta nuestro miedo a la pérdida; que no solo afecta nuestra estabilidad emocional, sino también nos puede llevar a conductas disfuncionales.
La clave entonces está en afianzarse en la incertidumbre, nos ayuda a crecer espiritualmente al asentarse en la conciencia y despertar en nosotros la creatividad y la libertad afrontando lo nuevo. Abrirnos a nuevas experiencias que alimentan nuestras ganas de vivir y nos convierten en personas más felices. “menos neuróticas” dirían por ahí…



Recuerda que: “Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustia. Lo que te hace feliz no es la situación que te rodea, sino los pensamientos que hay en tu mente…”


Copyright, todos los derechos reservados. © 2017 Mariela Saravia, Loto Azul.

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