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EL ESTRÉS

Hoy os comparto parte de la capacitación sobre el estrés, desde la postura de la terapia corporal,.



El estrés es una respuesta del organismo para afrontar situaciones amenazadoras o exigentes, versus nuestros recursos o herramientas de afrontamiento. Pero realmente, el estrés no es más que un estado de tensión momentáneo o crónico…; cuando tensas un objeto sientes su vibración y si le fuerzas puede partirse. Lo mismo sucede con nuestro cuerpo. Te quiebras emocionalmente o muscularmente con las contracturas, o síntomas digestivos que no encuentras razón aparente.

La causa es una retención de energía que no liberaste cuando sentiste la necesidad. La reprimiste e ignoraste para después… Esto se convierte en un hábito que poco a poco te va desconectando de tu cuerpo, tu centro y de la vida también. Robándote la paz, la salud y la motivación.
El ambiente en que te mueves, ya sea laboral o familiar, puede no adaptarse a tus necesidades y provocarte incomodidad, pero también tu puedes acogerte a él si aprendes la ley de soltar y no retener.  Cuando aprendes a fluir, todo en tu interior cambia y se refleja afuera.

¿Qué suelto y que retengo?

Soltar es dejar ir situaciones ajenas a tu control, NADIE tiene el poder de manejar lo externo, pero si poseemos un potencial divino para controlar nuestra manera de percibir el mundo, las situaciones y movernos hacia ellas. Cuando retienes estas dando lugar a un control obsesivo, desgastante y abrumador. ¿Pero el soltar equivale a perder algo mientras retener te mantiene con algo? Es una paradoja cierto, pero ¿de qué te sirve retener y conservar algo que te hace mal? Cuando sueltas el control todo fluye y el camino está libre para que recibas lo mejor….
Lo mismo sucede cuando te devuelves a casa reteniendo los problemas del trabajo y cuando vuelves al trabajo con todo el saco de ‘restos retenidos’ eso lo que provoca es un bloqueo total en tu organismo.
Cuando tomas responsabilidad por las acciones de otras personas, te cargas de estrés, pues aparecen las exceptivas y el control... Es importante que aprendas a responsabilizarte de ti mismo y de tu trabajo. Marcar límites y aprender a delegar.
El desapego no significa desprendernos de todo aquello que nos es importante, rompiendo vínculos afectivos o desechando cosas de valor sentimental más no material (por marca o precio por ejemplo)  Significa saber amar, apreciar e involucrarnos en las cosas de la vida con más equilibrio, liberándonos de excesos que nos impiden avanzar.



Primera ley: eres responsable de ti mismo
Nadie va a retirar cada piedra que te encuentres en tu camino, al igual que nadie va a respirar por ti ni se va a ofrecer como voluntario para cargar tus penas o sentir tus dolores. Tú mismo eres artífice de tu propia existencia y de cada paso que das.
Segunda ley: vive el presente, acepta, asume la realidad
En esta vida, nada es eterno, nada permanece, todo fluye y retoma su camino tejiendo ese orden natural que tanto nos cuesta asumir a veces. Las personas estamos casi siempre centradas en todo aquello que ocurrió en el pasado y que, de algún modo, se convierte ahora en una dura carga que altera nuestro presente.
Esas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso sentimental o esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos aferran, que ponen cadenas en nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.
Tercera ley: promueve tu libertad y permite ser libres también a los demás
El desapego implica que nunca debes hacerte responsable de la vida de los otros, al igual que los demás, no deben tampoco imponerte sus principios, sus ataduras o cadenas personales para aferrarte a ellos. Es aquí donde empieza el auténtico problema y los sufrimientos
Cuarta ley: asume que las pérdidas van a sucederse tarde o temprano
Volvemos de nuevo a la misma idea: aceptar que, en esta vida, nada puede contenerse eternamente. La vida, las relaciones, e incluso las cosas materiales, terminan desvaneciéndose como el humo que se escapa de una ventana abierta o el agua fresca que resbala por nuestros dedos.
Recuerda que: “Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustia. Lo que te hace feliz no es la situación que te rodea, sino los pensamientos que hay en tu mente…”

¿Hasta donde nos lleva el estrés no manejado con asertividad?

A sufrir Síntomas somáticos, provocan en el organismo un desequilibrio homeostático, pero a su vez son la principal señal de alarma para tomar conciencia de nuestro sentir. Las emociones que no pueden ser “digeridas”, se nos quedan atravesadas en una digestión pesada, causándonos muchos problemas físicos hasta que finalmente podemos “evacuarlo”.
A sufrir enfermedades a corto o largo plazo.

Entre las diferentes dinámicas, os voy a compartir solo una de ellas:

1/ Escribe una lista de todas las cosas que te preocupan, las presiones e inquietudes que atestan tu mente y que gritan por tu atención. 
¿Cuáles situaciones puedes controlar y modificar por ti mismo?


Copyright, todos los derechos reservados. © 2017 Mariela Saravia, Loto Azul.

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