“Donde
hay amor hay protección!” esta afirmación puede sonar a exigencia o a cliché,
pero es una de las nóminas del amor. Protección es igual a cuidado, a atención.
La
protección surge desde adentro, por un deseo de dar a otro; es un impulso vital
que forma parte de nuestra naturaleza afectiva y humana. El opuesto a la
protección, vamos a denominarlo como: contención (retener, sostener) y en este
plano forma parte de: celos, control, manipulación.
Cuando
somos víctimas de algún tipo de abuso, nos sentimos ultrajados. Es decir que
nuestra existencia sufre un punto de quiebre, nuestra autoestima se fragmenta y
puede que nos sintamos en deuda con los demás. Y en el caso de aquellas
personas sumisas, que son y siguen siendo víctimas de abuso doméstico, pueden
sentir que necesitan recompensar a su –figura de poder- es decir abusador, por
los cuidados que estos le otorgan. Léase que cuidados aquí no es protección,
sino manipulación, control y celos. Pero es tanta la debilidad de la víctima y
su carencia afectiva, que estamos ante una persona con inclinación a la
dependencia y hará lo que sea para no perder su fuente de sostén. Aun cuando
esta le esté infringiendo daño. Mismo que puede tomar como un favor… también está
la otra línea de los dependientes emocionales, que buscan el rescate de una pareja.
Nuevamente volvemos al tema de programas anteriores, donde buscan que los
completen. Cuando verdaderamente la pareja es compenetración; compartir. Es
tener la conciencia de caminar paralelos, juntos pero no revueltos. Estar en
pareja es estar con el otro, pero no formar parte del otro porque cada uno es
individual. Esta capacidad de lograr caminar de manera paralela, diluye la
tensión en la relación, las exigencias y las ilusiones o expectativas, que no
son otra cosa que espejismos… al caminar paralelamente, cada uno se sostiene en
sus propios pies, pueden apoyarse mutuamente pero no ser la base del otro. De
ser así, cuando la pareja decida tomar un rumbo diferente, aquel o aquella que
se puso como base, va a colapsar; tanto su mundo interno como su vida. Va a
perder el sentido de todo, el gusto por todo y se va a sentir miserable.
Incluso puede que deje de creer en el amor, porque le percibe como traicionero,
embustero, malvado y capaz de solo provocar heridas. Cuando en realidad el amor
no provoca heridas, sino que las sana. Son los ‘amantes’ los que se provocan
heridas por las expectativas que ponen a la relación, como a los otros… ven a
su pareja como desean que esta sea. Vuelcan sus espejismos (necesidades, vacíos,
carencias, miedos y control) pero que pasa cuando ese espejismo se disuelve y
sale la persona tal y cómo es?, es cuando se cae en la queja “ya no es la misma
persona que yo conocí, ahora cambio” lo que ha cambiado es la forma en la que
le veías, como querías y necesitabas que fuera.
El
amor es diversidad, es igualdad, es paralelismo… pero también es
complementación, integración, comunicación y sobretodo aceptación.
El
aceptar y amar de manera incondicional no es soportar malos tratos ni
infelicidades; es aceptar al otro tal y como es. Viéndolo como una totalidad,
no como ese estereotipo del cual la sociedad nos habla, o como esa figura que
idealizamos cuando niños o adolescentes. El amor es uno solo y una sola es
manera de expresarlo: con libertad y sinceridad. Donde hay miedo hay heridas.
Donde hay vacíos hay exigencias. Pero donde hay libertad, hay suelo fértil para
amar.
Copyright, todos los derechos reservados. © 2017 Mariela Saravia, Loto Azul.
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